AUTOSUFICIENCIA HUMANA
El corazón del hombre tiende a jactarse fácilmente en sus propias capacidades para alcanzar sus metas y objetivos planteados. Al proceder de esta manera, se olvidan completamente de honrar y glorificar a aquel que les dota de esas capacidades como la fuerza, las habilidades, los dones, los talentos y el conocimiento. El Señor como Creador de la humanidad, entendiendo bien la psicología humana, no iba a permitir que un ejército numeroso pelee contra un ejército pequeño y no tan poderoso. Teniendo conocimiento del corazón del hombre, decidió intervenir antes de que inicie la batalla, y esto nos da a conocer el escritor del libro de los Jueces: “Entonces el SEÑOR le dijo a Gedeón: Tienes demasiados guerreros contigo. Si dejo que todos ustedes peleen contra los madianitas, los israelitas se jactarán ante mí de que se salvaron con su propia fuerza.” Jueces 7:2 NTV.
Israel al momento de enfrentarse al ejército enemigo contaba con un numeroso ejército, por lo cual, al obtener la victoria sobre sus enemigos, podían jactarse que fueron victoriosos por sus propios medios y no por el poder del eterno Creador. Además, corrían el peligro de creerse autosuficientes y no depender más de Dios para sus próximas campañas militares en contra de sus enemigos, y no solo eso, sino que iban a alejarse de Dios definitivamente y buscar otros dioses para rendirles culto y adoración. Para evitar esta actitud entre los soldados de Gedeón, Dios le dijo: tienes demasiados soldados. Si yo doy la victoria con un ejército tan grande, ellos se atribuirán el éxito, por eso le ordenó que redujera el número de sus tropas antes de iniciar la campaña militar, para de esta manera, demostrar Su poder dándoles la victoria sobre sus enemigos con un número reducido de soldados israelitas y así no se jactaran de haber obtenido la victoria por sus propias fuerzas.
La autosuficiencia es un enemigo que sutilmente nos hace creer que siempre podemos hacer lo que se necesita con nuestras propias fuerzas o con nuestra inteligencia sin depender de la ayuda Divina. Pero en nuestras fuerzas o inteligencia, nada podemos hacer, siempre necesitamos la intervención de Dios para todo, ya que Él nos da la fuerza, la sabiduría, el talento o la destreza necesaria para realizar las cosas que queremos. Por eso, ante las metas u objetivos que cumplamos en nuestra vida, no podemos llevarnos la gloria, debemos reconocer que todo fue gracias a la ayuda e intervención de Dios, y darle la honra, gloria y loor a Quien realmente lo merece. Solo Dios es el único que nos puede ayudar a cumplir con nuestras metas y objetivos, ya sean seculares o ministeriales. Sin Él, nada de lo que emprendamos en nuestra vida va a tener éxito. No nos creamos autosuficientes, más bien, siempre dependamos de Dios para todas nuestras actividades.